En cualquier tipo de acoso, independientemente del contexto, agresores dominantes o de apoyo, cómplices, víctimas, etc. siempre existen los mismos propósitos, desencadenantes, medios de dominación, recursos utilizados, estrategias y plan a seguir.
El fin obvio es someter a la víctima, mediante la desestabilización psicológica total por la que a menudo caerá en un proceso minante de baja autoestima, gran frustración, bloqueos cognitivos, aislamiento y exclusión social, descrédito, ansiedad, depresión, estrés postraumático, autodesprecio y autolisis, llegado el caso, además de una elevada dosis de alerta, que suele ser tildada por terceros como rasgos paranoides.
Para la consecución de ese fin perseguido y hurdido sistemáticamente; es decir el logro de ese deterioro psicológico los medios utilizados sistemáticamente son muchos pero básicamente se trata de quebrantar la estabilidad psicológica y anímico-emocional de la víctima elegida a través de distintas armas elementales para ser un sujeto dominado brutalmente:
A) El anular a la víctima para que sea incapaz de ejercer una defensa adecuada a las agresiones sistemáticas de quienes ejercen esa violencia.
B) El sometimiento continuo y extenso en el tiempo para que esas muy negativas dosis de deterioro psicológico y anímico emocional se enclaven a lo largo del tiempo e incidan y creen secuelas en la salud mental y psicológica de la víctima, propiciando un gran descrédito social e incluso autopersonal.
C) La complicidad activa y/o pasiva del grupo para que ese proceso sistemático de derribo y desgaste hacia la presa elegida se verifique eficazmente.
A) Para anular a la víctima, a fin de que sea incapaz de ejercer una defensa adecuada a las agresiones sistemáticas de quienes ejercen esa violencia, uno de los puntos clave es el aislamiento radical social y del grupo de iguales:
Para ello a menudo se usan bulos y rumorologías muy dañinas para ejercer una presión brutal contra la víctima relegándola a un exacerbado proceso de aislamiento, exclusión a través de la división total, descrédito y soledad radical, a fin de que no pueda contar con ningún tipo de apoyo. Sería el proceso de discriminación más negativo que podría darse, dado que se rescinde cualquier tipo de ayudas o apoyos de terceros.
Sería la fase de incomunicación y descrédito total hacia el grupo y, por ende social.
Para ello se usan difamaciones, rumores y bulos; publicidad de supuestas acciones negativas, usurpación de bienes y dichos y puestos falsamente en boca de las víctimas, etc.
Se trata sencillamente de desprestigiar y de sembrar dudas y publicidades muy negativas hacia la víctima, con lo cual se aísla y se presiona por la generalización del grupo, a lo que se le añade la “limpieza” y “honorabilidad” de quien conduce el acoso y que como, decía anteriormente, aísla, incomunica y veja social y psicológicamente a la víctima.
B) El sometimiento continuo y extenso en el tiempo para que esas muy negativas dosis de gran frustración, muy baja autoestima y enorme soledad se enclaven a lo largo del tiempo e incidan y creen secuelas en la salud mental y psicológica de la víctima, relegándolas a meros enfermos de la psiquiatría y psicología, con lo cual, los agresores consiguen la enorme dosis cruel de haber conseguido sus propósitos y de sentirse premiados con la medalla de tener a sus espaldas una presa más, a la vez que destierran toda prueba de crueldad, pues la víctima simplemente no es creíble, en modo alguno y, a su vez, el agresor es incluso izado por quienes contribuyeron a construir esta desestabilización y derrumbe de la víctima.
C) La complicidad activa y/o pasiva del grupo para que ese proceso sistemático de derribo y desgaste hacia la presa elegida pueda prosperar a través del agresor principal y con el apoyo incondicional de otros ejecutores y muchos cómplices pasivos que, con el silencio, miedo, ninguneo o simplemente falta de la debida sensibilidad y empatia contribuyen con su silencio cobarde a que este muy desgastante terrorismo psicológico tenga éxito y la víctima sea condenada a maltratos y posteriormente a secuelas perdurables de por vida.
En definitiva el acoso sería el proceso por el que un sujeto o grupo de ellos siente la necesidad de dominar al grupo de iguales, a través del sometimiento brutal de una víctima propiciatoria en aras a exponer de modo agresivo, pero sistemático y con el consentimiento y complicidad del grupo, quíen ejerce el mandato o dominio de dicho grupo; siendo las víctimas unas veces presas fáciles por sus peculiaridades y, en otras vistas como un peligro para los dominadores, para seguir ejerciendo el mando y supuesto liderazgo.
En todo caso, el ejercicio de tal aberrante proceso siempre busca ejercer de ejemplo válido para que se sigan las indicaciones, pautas o directrices seguidas por los conductores de la “manada”. Es fácil prever que existe cierta relación con la que prima en la fauna y la cadena alimenticia; la que, por cierto, tan a rajatabla siguen los propios estamentos institucionales. Es fácil apreciar por qué es tan complejo en esta sociedad erradicar ese cáncer psicológico, cobarde y silencioso denominado acoso.
Fagocitosis pura y dura. La más pura expresión del darwinismo, de la supervivencia de las especies; del fuerte contra el débil; de la expresión ruda y amigdaliana de “maricón el último”. Somos en definitiva unos animales poco racionales y mucho más agresivos y perversos que los irracionales. Algunos, por supuesto, mucho más que otros…esos que sin ser conscientes son o se manifiestan, con tales argumentos de fuerza bruta y dominio represivo cual puro fascismo.
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